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Un cuento.

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Recuerdo con una enorme claridad cuando yo era pequeña, debía tener unos 4 o 5 años, y estando ya acostada en la cama le pregunté a mi madre:
-Mamá, ¿Tu crees que alguna vez tendré un caballo con alas?
-Si lo deseas mucho, mucho, seguro que sí. – me respondió.

Nunca tendré palabras de agradecimiento suficientes para mi madre, por educarme en la responsabilidad, en la libertad, en la perseverancia y también y sobre todo en la creencia de que, con mucho amor, los sueños se cumplen si uno lo desea mucho, mucho.

Ella me regaló un libro hace unos años del que puede que hayas oído hablar. Se titula «Veintitrés maestros, de corazón. Un salto cuántico en la enseñanza». Su autor es Carlos González Pérez, al que ella admira mucho, y con razón. Puedes comprar su libro, o descargarlo gratuitamente en su web, y seguir sus talleres y conferencias repletos de sabiduría en la misma.

En su libro, y en uno de sus vídeos relata un cuento maravilloso que aquí te transcribo:

«Érase una vez tres gusanos de seda que ignoraban su futuro como mariposas. Sus nombres eran: Pesimista, Realista e Idealista. Se les acercaba la hora de su transformación y empezaron a sentir los primeros síntomas….

Su voraz apetito fue desapareciendo, su movilidad menguaba a gran velocidad y, finalmente, sintieron como el capullo les aislaba del mundo conocido, de la seguridad de lo cotidiano. En la oscuridad del misterio de su futuro, tuvieron pensamientos distintos:

Pesimista se dijo a sí mismo que estaba viviendo el final de su vida, y en lo más profundo de su sentir, se despidió de los buenos momentos.
Realista se dio ánimos diciéndose que todo aquello sería momentáneo y que, tarde o temprano, todo volvería a la normalidad.
Idealista sintió que, aquello que le estaba ocurriendo, podría ser la oportunidad para que se cumpliese su sueño más preciado: poder volar. Y aprovechó la oscuridad para perfeccionar sus sueños.
Cuando los tres capullos se abrieron, dejaron ver tres realidades iguales y distintas, a la vez…

Pesimista era una bellísima mariposa, pero…. estaba muerta… Había muerto de miedo.

Realista era una hermosísima mariposa, pero…. a pesar de ello, empezó a arrastrarse como cuando era gusano. Con satisfacción, dio las gracias al cielo por haber podido seguir igual.

Idealista, nada más ver la luz del día, buscó sus alas… y al verlas, su corazón rezumó alegría, emprendió el vuelo, y dio las gracias, repartiendo su dicha por todo el bosque.”

 

Gracias mamá, por enseñarme tantas cosas, y por impulsarme desde pequeña a ser una gusanita idealista. Hoy creo que cuando todo este malestar se pase, nuestro corazón rezumará (aun más) alegría y daremos gracias repartiendo nuestra dicha por el bosque.

¡Feliz fin de semana a todo el mundo!

Expertos del Instituto Nacional del Cáncer estadounidense proponen eliminar la palabra «cáncer» de determinados diagnósticos con el fin de evitar el miedo.

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Con esta noticia de El País, que puedes leer íntegra aquí, desayuné hace unos días.

El Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, recomienda redefinir la palabra «cáncer» como respuesta al incremento de sobrediagnósticos y sobretratamiento de los pacientes en el país. 

Las palabras «sobrediagnóstico» y «sobretratamiento» yo las leo subrayadas, aunque no lo estén en el texto original. No podría estar más de acuerdo en ese aspecto: sobrediagnóstico y sobretratamiento. El texto incide en el caso del carcinoma ductal de mama «un diagnóstico, que muchos doctores aceptan que no es cáncer». Claro, que bendita la gracia le tiene que hacer a la mujer que, confiando en la oncología alopática, le hayan diagnosticado un carcinoma ductal de mama y se haya sometido a operación, quimioterapia y demás torturas para vencer un cáncer que ahora dicen que no es tal.

Yo por mi parte no me quito el run run de la cabeza de que el cáncer no es como nos lo han pintado. Quizá es que no quiera creer, sin más, en la asociación actual de cáncer y muerte, o de cáncer y sufrimiento, o de cáncer y enfermedad incurable que permanece en la sociedad presente porque me derrumbaría por completo… o quizá no quiera creerla poque una gran parte de mi me dice que no es cierta. Y cuanto más leo y estudio, más me convenzo de esto.

Otro aspecto que me resuena del artículo es el componente emocional, del que afortunadamente se hacen eco desde el Instituto Nacional del Cáncer: «Existe una gran diferencia entre la mentalidad de ahora y la de hace 20 años en la reacción que una persona tiene cuando se le detecta una célula cancerígena y el miedo a morir» dice Harold Varmus, ganador del Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1989.

Que esta entidad cobre conciencia del importantísimo papel que juega el miedo me parece un gran avance. ¿Acabarán por aceptar la N.M?

 

El mar, la mar…

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Hace tres semanas me rompí. Un estúpido papel me partió en dos. Mi madre aparentaba estar tranquila y serena. «Hija, es sólo un papel, la salud y la enfermedad están en otro lugar, y lo que ponga ahí no importa»

Aún con todo, mi corazón parecía patalear contra mi esternón, me faltaba el aire y se disparó un llanto incontrolable en mi. Mi ovario izquierdo empezó a gritarme desesperado.

Mi médico me mandó homeopatía y playa. Mi madre me dió el empujón y mis amigos me metieron en el coche rumbo a Cabo.

Ha sido milagroso… o sencillamente explicable.

¿Sabías que el agua del mar tiene una composición similar a la que tiene el plasma sanguíneo? Tiene gran cantidad de oligoelementos, yodo, potasio, zinc, etc que nosotros absorbemos mediante ósmosis al bañarnos en ella.

Mi amiga Marisa, que vive a algunos metros de este tesoro siempre me habla de sus múltiples propiedades, de la capacidad para relajar, eliminar toxinas, mejorar la circulación y la relajación, revitalizar, aliviar dolores y penas (por lo visto gracias a su alto contenido en magnesio)

Me cuenta, además, con su acento andaluz, que «el aire que respiramos en la playita está cargado de iones negativos, gracias a las olas, y que por esto es antidepresivo y relajante, y también rebautizante»

Gracias al mar, el viento, la arena, la buena comida y el amor de mis amigos he regresado de nuevo cargada de esperanza y energía para seguir el camino.

El mar, la mar… tiene más, mucho más para regalarnos, ya sea en baños o bebida. Es absolutamente curativa. Y mejor que yo, o incluso mi amiga Marisa, lo explican en este documental titulado LA FUENTE DE LA VIDA que te recomiendo encarecidamente:

Y te recomiendo esta entrada de Josep Pamiés: Recomendaciones para personas con cáncer: El agua de mar revoluciona Nicaragua y desenmascara los intereses farmacéuticos.

Bendita fiebre

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«Dadme fiebre y yo curaré cualquier enfermedad.»

(Hipócrates, 460 a.C)

El oncólogo, al principio se ponía colorado con mis preguntas. Mi madre y yo llegamos a formular una rima con el tono de su piel y su apellido con la que bromeábamos antes de entrar a cada consulta (mi madre, yo, y nuestro sentido del humor…) Con las semanas se acostumbró a mis interrogantes y a nuestra dialéctica en la clínica; me atrevo a decir que hasta disfrutaba con ella. Y yo también. He aprendido mucho de su visión y su postura. El primer día que no le pregunté nada espetó un poco decepcionado «¿Nada más? (…) Hoy ha sido corto…»

Cuando cuestioné la fiebre fue como echar un pulso.

– ¿Por qué se produce?

– Por el propio tumor. La analítica no refleja defensas bajas, ni hay infección…

– ¿No puede ser de la quimio?

– La quimio no produce fiebre.

Como me gusta cuestionar casi todo, he de decir que creo que se coló. No soy médico, así que lo único que pude hacer es descargarme el prospecto del carboplatino y corroborar que la fiebre, aunque raras veces, puede ser un efecto secundario del carboplatino. Aunque se que no es este el caso (sin quimio siguió la fiebre)

– ¿ Y no puede ser del cansancio? Yo cuando estoy cansada me dan unas décimas.

– El cansancio no produce fiebre.

Él seguía empecinado en que la fiebre era fiebre tumoral, yo rasqué un poco más esperando oír lo que quería: «Lo que quiero decir es que la fiebre es un proceso curativo, puede presentarse cuando hay cáncer, igual que cuando hay otra patología, pero esto no quiere decir que sea algo malo, al contrario, la fiebre ayuda a sanar»

Pero no cayó esa breva, evidentemente. Le dijo a mi madre que tomara paracetamol cada ocho horas. Y yo le agradecí mentalmente que no nos cuestionara que no hubiéramos ido a urgencias con 40º.

Me gusta como define la fiebre Eneko Landaburu: «“El fuego purificador”:

El cuerpo intensifica sus mecanismos de limpieza y defensa, entrando en ebullición y elevando la temperatura. (…) Se han visto curaciones de cáncer, a través de una fiebre elevada, por ello uno de los tratamientos que se investiga para la curación del cáncer, es provocar fiebres artificialmente.

Somos animales de sangre caliente. Para que los procesos vitales se desarrollen en nuestro cuerpo, necesitamos mantener ciertos grados de temperatura que pueden oscilar desde los 35’8º por la mañanita (al final del reposo nocturno), hasta los 37’3º al atardecer (después de toda una jornada de actividad). El calor es consecuencia de la actividad corporal. Con la muerte, los procesos vitales se paran y con ellos el calor desaparece. Cuando se hace un gran esfuerzo muscular, la temperatura corporal aumenta y el cuerpo se pone a sudar para refrigerarse. La fiebre es un aumento de la temperatura corporal que está indicando un esfuerzo curativo. La Higiene Vital dice que el organismo está haciendo un esfuerzo de desintoxicación. La Medicina también acepta que la fiebre sea una reacción defensiva contra la invasión microbiana e incluso contra el crecimiento tumoral. El calor tiende a desplazarse de donde hay más temperatura a donde hay menos. Si no hace mucho calor en el ambiente, basta con destaparse un rato y al quedar la piel al aire, el calor excesivo que se produce en el interior del cuerpo, escapa. Cuanta más piel se exponga al aire, más rápido se eliminará el calor. Cuando hay exceso de calor, no interesa abrigarse demasiado, ya que se impide su evacuación. En el proceso curativo, el cuerpo habrá momentos que te pida abrigo y otros refresco. En caso de fiebre, sumergir todo el cuerpo en un baño frío, puede ser peligroso, al producir un cambio de temperatura muy brusco y un gran gasto de energía, para un organismo en apuros. Es suficiente con pasar una toalla mojada por toda la piel para liberar al cuerpo del exceso de calor por un tiempo. Mantener la cabeza mojada con paños hace que el calor no afecte al cerebro, se eviten pesadillas, se pueda estar tranquilo y dormir (que es lo que más interesa al enfermo). Si los pies están fríos se ayuda con calcetines o bolsa de agua caliente.»Cabeza fría y pies calientes». La horizontal, la oscuridad, el silencio. Y no tomar más que agua, o como mucho jugos de frutas y caldos de verduras. En éstas circunstancias el cuerpo está más por desintoxicar que por digerir, y prefiere alimentarse de sus reservas. Comer, puede alargar y complicar la fiebre. Con estos cuidados no se pretende cortar la fiebre, por ser beneficiosa. La fiebre desaparecerá cuando ya no se necesite porque la curación ha finalizado. Después es normal que haya un efecto rebote y la temperatura corporal sea más baja de lo normal.» (1)

Según el Dr. Toru Abo, inmunólogo de la Universidad de Niigata, Japón, con la fiebre se reactivan muy eficazmente los linfocitos, particularmente  los linfocitos T, esos de los que hablaba David Servan en su libro, esos que parecen ser «asesinos naturales del cáncer». Dicho inmunólogo afirma  en su libro Temperatura corporal y poder inmunológico, que “en el cáncer, en el reumatismo, en la dermatitis atópica, y  en presencia de cualquier enfermedad, las personas tienen la temperatura corporal baja (hipotermia).”

termómetroSon unos cuantos los autores que parecen mostrarse optimistas con la fiebre y el cáncer e insisten en que las sustancias que elabora nuestro cuerpo para producir fiebre potencian, en gran medida, la actividad de nuestro sistema inmunológico y, en particular, las células que tienen la capacidad de atacar a las cancerosas. Entre estas sustancias que intervienen en la puesta en marcha del proceso febril destacan: diversos tipos de interleukinas, interferón y el «factor de necrosis tumoral» (FNT). La interleukina-1 y el FNT son producidos normalmente por nuestros macrófagos y ejercen una acción tóxica sobre las células tumorales.

 La elevación controlada de la temperatura corporal (fiebre) también está mediada por prostaglandinas. Por tanto, en aras de no estorbar este mecanismo, está plenamente justificada la ingestión de suplementos dietéticos a base de aceite de onagra o de borraja. El ácido gamma-linolénico que aportan es fácilmente utilizado por el organismo para fabricar prostaglandinas (PGs). Muchas de estas PGs desarrollan actividades contrarias a la pervivencia y crecimiento del tumor.

Con el aumento de la temperatura corporal se libera más fácilmente el oxígeno en los tejidos, lo cual supone otro efecto positivo muy interesante. La fiebre es también, sin duda, un buen inmunoestimulante. No sólo inhibe el crecimiento de numerosos gérmenes sino que favorece la actividad de los leucocitos y macrófagos de nuestro sistema defensivo. Al Dr.Wagner-Jauregg se le concedió el Premio Nóbel en 1927 por sus estudios acerca del efecto terapéutico de la fiebre, pero desde entonces la ciencia no ha conseguido elaborar una hipótesis aceptable para todos. (2)

Julius Wagner-Jauregg creó la piroterapia, aunque a mi este nombre me suena a gozar con fuegos artificiales, lo que él hacía era provocar la fiebre con un fin terapéutico.

Es posible que hayas oído hablar de la hipertermia, que se utiliza actualmente para el tratamiento del cáncer y que consiste en aumentar de modo artificial la temperatura de cuerpo con fin curativo. El primer hospital en utilizarlo en España fue el de Puerta de Hierro. (3) Sin embargo, y pese a la utilidad reconocida por el Instituto Nacional del Cáncer, de EE.UU y su utilización extendida tanto allí como en en otros lugares de Europa, o en Cuba -por citar solo algunos ejemplos-  en nuestro país no se promueve en exceso. Raymond Hilu aplica este tratamiento en su clínica de Málaga. Puedes ver una entrevista aquí. Existen muchas otras clínicas privadas que la aplican.

También se utilizan otros métodos para aumentar la temperatura corporal de modo artificial con fin terapéutico, como la hidroterapia.  Según narra Frederic Vinyes los baños hipertérmicos o muy calientes, realizados correctamente, provocan una «fiebre artificial» útil para activar las defensas del organismo en estados inflamatorios crónicos que no acaban de resolverse. (4)


Este tipo de tratamientos datan de la antiguedad. Ya Hipócrates observó que los herreros no caían bajo los efectos de las epidemias, y lo asoció con las altas temperaturas a las que se hallaban expuestos en su trabajo.

La idea de la fiebre como mecanismo de defensa persistió durante la Edad Media.

El médico inglés Thomas Sydenham (1624 – 1689) creía que la fiebre era el «motor» de la naturaleza humana y que servía para combatir al enemigo.

En el siglo XIX y XX, se desempeñó una importante labor en técnicas de hipertermia. Sus impulsores Louis Khune, Vicente Priessnitz, Teodoro Hahn, Sebastian Kneipp, Manuel Lezaeta Acharán,  Carlos Casanova Lenti, entre otros, buscaron en sus tratamientos la elevación de la temperatura corporal a través de hidroterapia, baños de sol y vapor.

En Nueva York, uno de los fundadores de la medicina naturopática, Benedict Lust (1872 – 1945) desarrolló un método con el mismo fin llamado Daweer Brause, que eran duchas calientes de larga duración, pero fue la austríaca María Schlenz, la que innovó una técnica para elevar la temperatura en una bañera y que utilizó por primera vez el concepto de «baños de hipertermia» Fueron los médicos Zabel y  Heisler quienes establecieron las bases científicas de los baños hipertérmicos.
A lo largo de la historia parecen constatarse los efectos positivos de la fiebre y se buscan mecanismos artificiales para provocarla. Y el oncólogo, sin embargo, recomienda paracetamol cada ocho horas. Si llega a 40º otra vez, quizá… y si no: bienvenida seas  fiebre curativa.

Mamá: ¡Qué bien que tenemos paños húmedos para la frente, agua con limón para beber y yo muchos mimos para darte! ¡Y qué bien que en tu casa tienes una bañera que te haga disfrutar del algua caliente!

Fuentes:

La terapia Gerson

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Las enfermedades incurables NO existen. Grabemos esto a fuego en nuestra mente. Eso intento yo, que me dan ganas de tirarme al suelo y patalear cuando escucho decir al oncólogo que «lo que tenemos que hacer es tratar de cronificar la enfermedad» Cada una de las palabras contenidas en esa sentencia me rechinan igual que si pasara la uña por una pizarra.

Afortunadamente hay muchos otros médicos que no temen tanto la palabra «curación». También los hay, que pese a ser tachados de locos o charlatanes, han acompañado a muchos pacientes en su camino hacia la sanación. Los hay, que incluso, han entregado su vida a hacer pública una terapia accesible, positiva y barata.

Hoy quiero escribir sobre alguien así.

Max Gerson

Max Gerson

Max Gerson nació en Wongrowitz (Alemania) el 18 de octubre de 1881. Se licenció y ejerció la medicina. Desde la Universidad sufría migrañas muy fuertes, y a causa de ellas se quedaba postrado en la cama durante días. Pasó años buscando soluciones sin ningún éxito en la medicina convencional, los médicos le decían que «las migrañas eran una patología crónica, y que tenía que aprender a convivir con ello». Afortunadamente empezó a investigar. Tras múltiples lecturas, en una revista médica italiana encontró un informe de un caso sobre una mujer que había padecido migrañas y que encontró alivio modificando su dieta. No se aportaban detalles, pero para Gerson la idea tenía sentido.

Tras experimentar sobre él mismo dietas en las que ingería durante días un único alimento y comprobar sus efectos, llegó a la conclusión de que lo fundamental era eliminar todos los alimentos procesados y que contuvieran sal refinada, lácteos, grasa y azúcar, así como también todo tipo de carne. Y los reemplazó por frutas y verduras. Consiguió no volver a tener migrañas.

Tras su éxito personal, empezó a recomendar dicha dieta a pacientes que padecían el mismo mal. Uno de ellos, le relató que además de dejar atrás sus dolores de cabeza y  náuseas, se había curado completamente de lupus vulgaris. Otros pacientes aquejados de este diagnóstico siguieron la dieta y se curaron. Animado por el profesor Ferdinand Sauerbruch, realizó un estudio en el que, 460 personas con tuberculosis siguieron su terapia: 456 de ellas se sanaron completamente.

En 1928, diez años después de abrir su propia consulta en Bielefeld, el doctor Gerson trató a tres enfermos desahuciados que padecían cáncer. Los tres se recuperaron.

En 1933, escapando de su captura y encarcelamiento en un campo de concentración nazi (era judío), se desplazó con su familia a Viena (Austria), donde acabó de redactar su libro sobre la tuberculosis. En 1938 pudo emigrar con su familia a la ciudad de Nueva York, y abrió una consulta médica en Park Avenue. Siguió desarrollando su terapia en pacientes con cáncer. Trató a cientos de pacientes desahuciados que habían sido sometidos a intervenciones quirúrgicas y a radioterapia (la quimioterapia todavía no se había inventado, pero espera unos párrafos y verás). Tras estos años de estudio e investigación, consiguió una tasa muy alta de curación, incluso en casos muy graves. El congreso de los Estados Unidos aprobó ayudas para sus investigaciones y hubo una audiencia pública en la que participaron todos los medios de comunicación, testificaron varios pacientes curados de cáncer que siguieron la Terapia Gerson, y la radio nacional llegó a anunciar que “La cura del cáncer había sido descubierta”.

Situémonos antes de proseguir: Años cuarenta, Gerson, médico alemán, parece encontrar una cura a diversas enfermedades, incluída el cáncer, a través una dieta estricta de frutas y verduras ecológicas y que prescinde de las técnicas médicas convencionales. Años cuarenta: se inventa la quimioterapia (algo había que hacer con agentes activos de las armas químicas que se habían utilizado en la Segunda Guerra Mundial y decidieron aplicarlo a la medicina, siendo la primera quimio a base de ese agente químico de uso militar, llamado gas mostaza – perdón, me he puesto frívola -) Años cuarenta: Inicio de la Revolución Verde, que aunque este título suena muy bonito consistió en el aumento de la producción agraria gracias a la aplicación de grandes cantidades de agua, fertilizantes, pesticidas y plaguicidas. ¡Viva la química!

Años cuarenta: La industria del tabaco era la principal fuente de ingresos para las asociaciones médicas. La que más pagaba era Philip Morris, por anuncios publicitarios en la revista de la Asociación Médica de Estados Unidos. El editor de esta revista era  Morris Fishbein.

Gerson empezó a dar conferencias contra el tabaquismo. ¡¡Estaba loco!! ¡Cómo se le podía ocurrir decir que el tabaco, ese producto tan bueno publicitado por médicos de la época era malo! ¡Cómo podía mentar que los pesticidas y herbicidas que iban a erradicar el hambre en el mundo eran perniciosos!

Tras la demostración de 1946 ante el comité del Senado de EE.UU, Gerson, como iba diciendo, recibió la atención de medios de comunicación nacionales a favor suyo, pero el Journal of the American Medical Association (JAMA), a cargo del editor Morris Fishbein le criticaron duramente (qué raro…)

En 1946 la cadena ABC difundió que Gerson había encontrado la cura contra el cáncer por primera vez en la historia. El periodista Raymond Gram Swing de radio ABC, que difundió  la noticia fue despedido a las dos semanas (llevaba 30 años trabajando en la emisora).

En los Estados Unidos muy pocas revistas médicas le publicaron algo y su último artículo en dicho país fue en 1949 titulado Efectos de la combinación de un régimen dietario en pacientes con tumores malignos (en Experimental Medicine and Surgery, Nueva York, 7: 299-317, Nov., 1949).

Cinco años después le dan una oportunidad en Alemania donde publica en 1954 No hay Cáncer en un metabolismo normal (en Medizinische Klinik, Munich, No. 5, page 175-179).

Así que, Gerson, como tantos otros a lo largo de los años, pasó de ser un genio a un hereje.  En enero de 1957,  fue entrevistado por radio WOR de Nueva York, y reveló que estaba expuesto a una censura y acoso total por parte de las asociaciones médicas y que estaba recibiendo amenazas.

Cuando estaba terminando de escribir su libro A Cancer Therapy (Una terapia para el cáncer), Gerson cayó inexplicablemente enfermo y se curó con su propio método. Cuando fue a buscar su manuscrito para editar el libro con sus experiencias, había desaparecido, así que se puso manos a la obra y volvió a escribir de nuevo el libro. Tardó un año en hacerlo y al terminarlo, entonces volvió a enfermar inexplicablemente.

Financió la publicación de su propio bolsillo y la obra vió la luz en 1958, con el título A Cancer Therapy- Results of Fifty Cases (Una terapia para el cáncer- Resultados de cincuenta casos), donde detalla todas sus investigaciones, tratamientos, descubrimientos y teorías.

Tras la publicación y pese a aplicar sobre si mismo su terapia, Gerson se encontraba cada vez peor, así que decidió realizarse una analítica poco antes de morir. Su sangre contenía altos niveles de arsénico. Gerson murió envenenado en 1959.

Que se cargaran a Max Gerson me parece espeluznante, al mismo tiempo que predecible… ¡¡uff!!

Su hija Charlotee, continúa su labor (por cierto, tiene 90 años y se la ve taaan vital) Puedes leer su libro: La terapia Gerson: el programa nutricional definitivo para salvar vidas – Editorial Obelisco.

Charlotte Gerson

Charlottee Gerson

¿En qué consiste la terapia?

Se basa en recuperar la capacidad del cuerpo para autosanarse. Para ello efectúa una desintoxicación intensiva del cuerpo por medio de una alimentación ecológica y vegetariana que elimina los desechos, regenera el hígado, reactiva el sistema inmunitario y reestablece tanto las defensas esenciales como los sistemas enzimáticos.

¿Cómo?

– Consumiendo 13 vasos al día de zumos recién hechos de frutas y verduras y bebidos en un plazo máximo de 15 minutos después de su preparación. Los zumos tienen un poder desintoxicante mayor que la fruta y verdura entera y funcionan de manera más rápida y efectiva.

– Realizando tres comidas (vegetarianas) completas: con frutas y verduras ecológicas y cereales integrales. Una comida típica incluye ensalada, verdura hervida o al horno, sopa de verduras y zumo.

– Llevando a cabo una técnica de lavados intestinales conocida también como enemas de café. De acuerdo a sus investigaciones, el café estimula el hígado, abre los canales biliares y desecha las toxinas acumuladas, estimulando además la producción del sistema enzimático.

– No usando sal refinada, aceites o cualquier alimento procesado en la preparación de la comida y tampoco utensilios de aluminio.

– También incluye suplementos (como potasio, vitamina B-12, aceite de lino o linaza, etc)

Curaciones con la Terapia Gerson:

Además de los 50 casos explicados por el propio Max Gerson en el libro que publicó antes de morir, hay varios testimonios en forma de videos, libros y artículos, cito algunos de ellos:

En 1992, en la facultad de Medicina de Fukushima, Japón, el profesor de medicina Yoshihiko Hoshino (médico y doctor en medicina) supo que había desarrollado un cáncer de colon. Durante el transcurso de la intervención quirúrgica para eliminar el tumor, su cirujano oncólogo vio que el cáncer del doctor Hoshino ya se había metastatizado al hígado. Mientras estaba en la unidad de cuidados postoperatorios, el cirujano oncólogo, que era su amigo personal y antiguo compañero de clase, le recomendó que se sometiera a múltiples sesiones de quimioterapia. Hoshino rehusó la quimioterapia  y siguió por su cuenta la terapia Gerson. Años más tarde, Charlotte Gerson recibió esta carta de Hoshino:

Como sabe, padecí un cáncer de colon y cáncer de hígado metastático en 1992 y me recuperé mediante la terapia Gerson. He escrito un libro presentando la terapia Gerson a los usuarios de los servicios médicos de Japón. Mi libro se publicó en agosto de 1998 y es el primero sobre la terapia Gerson escrito en Japón por un médico. Ha supuesto una gran sensación entre los japoneses, ya que gracias al programa Gerson, doce pacientes más afectados por el cáncer se curaron. Mi libro no sólo habla de mi recuperación, sino que también incluye las historias de doce japoneses que ya no están afectados por esta enfermedad.

En 2004, el príncipe de Gales hizo la siguiente declaración en una conferencia para profesionales de la salud: “Yo sé de una paciente que se dirigió a la Terapia Gerson después de que le dijeran que tenía cáncer terminal y que no sobreviviría a la quimioterapia. Felizmente, 7 años más tarde, ella sigue viva y sana. Por lo tanto, es vital, en vez de despreciar estas experiencias, investigar los beneficios de estos tratamientos.”

Michael Gearin-Tosh, profesor de inglés en Oxford, escribió el libro “Living Proof: a medical mutiny” (Prueba viviente: un motín médico) sobre su experiencia con la Terapia Gerson. Gearin – Tosh fue diagnosticado de mieloma – cáncer de la médula ósea-  y los médicos «le dieron» 1 año de vida, tras mirar las estadísticas constató que la quimioterapia funcionaba en tan solo un 4% de los pacientes con el mismo tipo de cáncer que el suyo. Investigó varias terapias alternativas y se trató con la Terapia Gerson. Murió en 2005, 11 años después de su diagnóstico, – No un año – y NO a causa de cáncer, si no de una infección sanguínea según varias fuentes.

Beata Bishop, fue diagnosticada de melanoma en 1981. Le dijeron que era incurable, que moriría. Continúa su vida, trabaja como psicoterapéuta holística y escritora promoviendo la salud y la auto-curación integrativa a través de la nutrición (recuerda, ya lo dije en otro post: nutrirse es alimentarse de lo que comemos, respiramos y sentimos):

“Durante años, la profesión médica ortodoxa ha ignorado totalmente el inmenso potencial de la terapia nutricional. Finalmente han admitido que si comemos el alimento adecuado podemos prevenir una enfermedad grave, pero aún así dicen que si enfermamos, ya no pueden hacer nada. Yo no soy la única que ha sobrevivido con la Terapia Gerson, hay muchos otros como yo.”

Puedes comprar uno de sus libros – en inglés – aquí.

A Alan Furmanski le diagnosticaron un cáncer terminal con 27 años. Durante 750 días siguió la Terapia Gerson a rajatabla. Según relata él mismo, ingería los 13 zumos diarios que pauta esta dieta. Se hacía sus enemas de café y seguía una dieta completamente vegana. Después de dos años alcanzó una remisión completa. Han pasado siete años tras aquel pronóstico de muerte, y continúa libre de cáncer. Alan experimentó su propia revolución y ahora dedica gran parte de su tiempo a promover un estilo de vida sano por medio de publicaciones, conferencias y otros eventos.

Podéis ver una entrevista que le hicieron en un canal de televisión colombiano aqui.  También podéis leer una de las muchas entrevistas que circulan por la red, aqui. Tiene varios libros publicados: «101 alimentos que curan», «Terapia Gerson: cura del cáncer», «Jugos que curan» y «Cómo vencí el cáncer».

Evita Ramparte

Evita Ramparte

Otro caso es el de Evita Ramparte. Le diagnosticaron un cáncer de ovario avanzado. Decidió no someterse a los tratamientos convencionales. Regresó a su casa, cambió radicalmente su vida: su vida alimentaria (optó por la terapia Gerson) su vida sedentaria (comenzó a realizar ejercicio – yoga, tai-chi, etc – ) y su vida familiar y emocional (se divorció y se enfocó en su autocuidado) No solo está libre de cáncer, aparece en este vídeo libre de miedos, luminosa y feliz. Sus ovarios, esos que el cirujano le propuso extirpar para erradicar el cáncer, produjeron tras su sanación un maravilloso óvulo que fue fecundado. En 2009 tuvo a su bebé. El vídeo está en inglés, si no entiendes el idioma no importa, te invito a que te dejes inundar por la felicidad de sus enormes ojos azules. En la red puedes encontrar más información sobre ella, la mayoría en inglés.

Aquí tienes muchos más testimonios esperanzadores.

Yo creo que la Terapia Gerson, como cualquier otra, no es ninguna panacea, aunque puede ser una inmensa ayuda. Si te fijas, en todos los casos, tanto Alan como Evita, tanto Michael como Beata, realizaron cambios vitales muy importantes. Tomaron las riendas de sus vidas, se responsabilizaron de su diagnóstico y tratamiento y decidieron vencer el miedo al pronóstico.

Mi madre combina parte de esta terapia con otros tratamientos. Para cualquiera de ellos creo que es fundamental la supervisión o el acompañamiento de un médico holístico que nos ayude a integrar lo que necesitamos en este proceso.

Para finalizar esta entrada te dejo la película que versa sobre un viaje… y sobre esta terapia, titulada The Beautuful Truth (La hermosa verdad) con subtítulos en castellano. Espero que la disfrutes.

Te dejo también la web – en inglés – del Instituto Gerson.

NOTA: La semana pasada sucedió algo que me provocó mucha alegría: me dieron mis notas de inglés en la Escuela Oficial de Idiomas. Además de aprobar, saqué buenas notas. Me emocionó el entusiasmo de mi madre al otro lado del teléfono «con el año tan duro que has tenido y has aprobado los exámenes, hija. Estoy tan contenta por tí». Casi me pongo a llorar en los pasillos de la Escuela. Parece una banalidad, pero sin estos cinco cursos de estudio no hubiera podido escribir esta entrada, en la que mis fuentes han sido casi todas en inglés. Y sin el ánimo de mi madre, tampoco.

Te quiero mamá. Espero que este artículo también te guste.

Consumir alimentos ecológicos.

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«Enseñad a vuestros hijos lo que nosotros hemos enseñado a nuestros hijos: la Tierra es nuestra Madre. Lo que afecte a la Tierra, afectará también a los hijos de la Tierra. Si el hombre escupe al suelo, se está escupiendo a sí mismo. Nosotros sabemos esto: la Tierra no pertenece al hombre, sino que el hombre pertenece a la Tierra. Todas las cosas están conectadas como la sangre que une a una familia. El hombre no creó el tejido de la vida, sino que simplemente es una fibra de él. Lo que hagáis a ese tejido, os lo hacéis a vosotros mismos.»
(Noah Sealth, 1854)

Esta entrada va por ti, Bárbara. Espero que te sea útil.

Yo creo firmemente que todas las cosas están conectadas, y por ende, que es difícil permanecer sano si seguimos creando un planeta enfermo. Entre otras cosas, muchos pesticidas y herbicidas son, literalmente, mortales. Hace años que tanto mi madre como yo empezamos a introducir alimentos ecológicos en nuestra dieta. Desde el diagnóstico ambas lo llevamos mucho más a rajatabla.

Seguir una pauta ecológica es un enorme cambio, que por supuesto va mucho más allá de las frutas, hortalizas y demás alimentos de consumo. Por poner un ejemplo yo utilizaba mucho la lejía – Capón imaginario a mi «yo del pasado» – . Ahora he puesto en práctica las virtudes desinfectantes del limón, el bicarbonato y el vinagre, y también he cambiado los productos que utilizo en mi aseo personal.

Es un tema muy extenso, así que hoy me voy a centrar en los alimentos, por tí Bárbara, por Miguel, y por todos mis amigos que están tratando de llevar a cabo otro tipo de dieta.

El primer paso para un cuidado de nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro entorno pasa por desechar de nuestra compra habitual ciertos productos, en beneficio de la utilización de otros, preferiblemente orgánicos.(Ecológicos, biológicos, bio, u orgánicos son palabras sinónimas para definir aquellos productos naturales obtenidos sin la utilización de productos químicos)

Algunas veces, escucho decir: «Es que lo ecológico es mucho más caro». Aún así encontré  este artículo que reza «El consumo de productos ecológicos aumenta un 7% en España, a pesar de la crisis». Lo primero que quiero hacer es romper el mito: Depende de lo que quieras comer; una fruta o verdura – por ejemplo – puede tener un precio similar en una tienda ecológica que en otra que no lo es. Y aún comprándola a un precio más caro, mi cesta de la compra viene a costarme más o menos lo mismo. ¿Cómo? Pues porque hay cosas que ya no compro – algunas no sin cierto esfuerzo – y que engrosaban la factura anterior: chocolates, bollería, galletas, carne, lácteos… Ahora si quiero un bizcocho me lo hago en casa. ¡También he aprendido a hacer pan! Los fines de semana se han convertido, para mi, en un gozo culinario y sano exento de pesticidas y herbicidas.

Los pesticidas y herbicidas.

Los pesticidas y herbicidas incluyen una gran variedad de compuestos químicos usados para controlar y eliminar malas hierbas y parásitos en zonas agrícolas, campos y cultivos, así como en bosques, pastos, parques, campos deportivos y de golf, piscinas, lagos y jardines, y también para control de parásitos en productos tales como maderas enchapadas anti-termitas, y también en hogares, edificios de apartamentos, colegios y negocios. Algunas clases de pesticidas y de herbicidas son:

  • pesticidas órganoclorados: DDT, DDE, Chlordane, Heptachlor, Dieldrin, Methoxane
  • pesticidas órganofosforados: Diazinon, chlorpyrifos
  • herbicidas atrazinádeos: Atrazine, simazine, cyanazine
  • herbicidas clorofenoxilos: 2, 4-D, 2,4, 5-T, Agente Naranja

Las consecuencias de estas sustancias para nuestro organismo son demoledoras. En la web «Riesgos ambientales y cáncer de mama» se afirma que «muchos pesticidas y herbicidas son xenoestrógenos, un tipo de químicos que imitan las acciones de estrógenos naturales. Además, los pesticidas órganoclorados alteran la proporción de los diversos metabolitos del estrógeno o sus subproductos presentes en el cuerpo. El resultado es una producción elevada de la clase de estrógenos que activan el crecimiento de las células mamarias, el aumento de la síntesis no programada del ADN, y la expresión de ciertos genes. Además, hay una pequeña disminución de la concentración de la clase de metabolitos del estrógeno que se han demostrado inhiben el crecimiento de las células mamarias [Bradlow et al., 1995]. Juntos, estos cambios pueden aumentar la probabilidad del cáncer de mama» Esta web aporta evidencias y sugerencias que puedes leer aquí.

David Servan – Schereiber describe en su libro Anti-cáncer que «La Atrazina es un pesticida cuyos beneficios económicos son tan suculentos que durante mucho tiempo fue considerado un riesgo ‘aceptable’ para el medio ambiente y para el hombre. Pero la Atrazina es también un xenoestrógeno tan potente que es capaz de cambiar el sexo de los peces de los ríos que acaba contaminando. No fue hasta 2003 cuando se prohibió finalmente el uso de la Atrazina en Francia y en 2006 en la Unión Europea. LLevaba más de 40 años, desde 1962, utilizándose en Europa a gran escala. Un número considerable de tumores cerebrales son sensibles a los xenoestrógenos «

Si buscas en internet puedes encontrar muchísima información al respecto. Yo me centro en hablar de cáncer, pero muchos problemas de piel, de estómago, o ginecológicos pueden deberse a una intoxicación de estos químicos nocivos.

¿Si esos productos son tan terribles y nocivos por qué se utilizan? Pues porque tu vida o la mía vale menos para ciertas empresas que todos los beneficios que se embolsan gracias a su utilización. En relación con esto te recomiendo el capítulo del programa de mi admirado Jordi Évole, titulado ¿Qué comemos? Y si te quedas con ganas de más, de paso puedes ver el de Sobremedicados.

Afortunadamente, los productos orgánicos no incorporan estas sustancias o residuos que puedan ser perjudiciales para la salud humana y que además merman su capacidad nutritiva.

Las etiquetas de garantía ecológica.

En la actualidad un montón de cooperativas se han apuntado al carro de «cajas de fruta y verdura fresca a domicilio». Bárbara me hizo llegar un link para que le diera mi opinión. Una caja de 8 kg de fruta y verdura por unos 30 euros. ¡¡Y no eran ecológicas!! La bonita presentación de vegetales y hortalizas y que nos hablen de la omisión de intermediarios no implica que el producto que venden sea más sano.

Y aunque bien es cierto, que hay muchos pequeños agricultores que trabajan su huerto de manera bio, el único modo que tenemos de cerciorarnos de esa garantía es cultivarlo nosotros mismos… o bien conformarnos con la confianza del etiquetado.

Hay etiquetas que señalan que el producto es ecológico en los diferentes sectores. Me voy a centrar en el etiquetado alimentario.

En el ámbito agrario es necesario que se cumpla lo siguiente:

  • Rotación de cultivos como prerrequisito para el uso eficiente de los recursos in situ.
  • Límites muy estrictos en el uso de pesticidas y fertilizantes sintéticos, antibióticos para ganado, aditivos y coadyuvantes en alimentos, y otros insumos, así como de condimentos artificiales y colorantes
  • Prohibición del uso de organismos modificados genéticamente.
  • Aprovechamiento de los recursos in situ, tales como el estiércol para la fertilización o alimentos para el ganado producidos en la propia granja.
  • Selección de especies vegetales y animales resistentes a enfermedades y adaptadas a las condiciones locales.
  • Cría de ganado en zonas al aire libre y espacios abiertos y alimentación ecológica.

Etiqueta ecológica UE.La producción y venta de productos ecológicos en la Unión Europea con logotipo y etiquetas requiere un estricto proceso que ha de cumplirse en su totalidad: Los agricultores convencionales tienen que pasar en primer lugar por un periodo de conversión de dos años como mínimo para comenzar a producir alimentos que puedan comercializarse como ecológicos. Si los agricultores desean simultanear ambos métodos de producción, convencional y ecológica, tienen que separar claramente ambas actividades. Los operadores que superen con éxito las inspecciones obtendrán la certificación ecológica y podrán etiquetar de este modo sus productos.

Concretamente en nuestro país, en cada Comunidad Autónoma existe un comité regulador que otorga y controla los productos certificados. El distintivo es similar en todas las autonomías para facilitar su identificación por el consumidor. Entre las principales garantías que certifica se encuentra la no utilización de fertilizantes o plaguicidas de síntesis, y en el caso de la ganadería se restringe el uso de medicamentos.

comunidades

¿Todo ecológico?

La asociación ecologista The Environmental Working Group elabora periódicamente dos listas con las frutas y verduras que contienen la mayor y menor cantidad de pesticidas en EE.UU. Las doce que más productos tóxicos contienen son: el melocotón, la manzana, el pimiento, el apio, la nectarina, la fresa, las cerezas, la lechuga, la uva, la pera, la espinaca y las patatas.

El grupo de los 15 más ‘limpios’ está formado por: Cebolla, maíz, piña, aguacate, espárrago, berza, mango, berenjena, melón, kiwi, sandía, batata, pomelo, setas y guisantes

Desafortunadamente no he encontrado estudios similares realizados en España.

Si son frescos, locales y de temporada, mejor.

Ya comenté en otra entrada que escudriñando etiquetados mi madre y yo encontramos azúcar en muchos productos envasados y ecológicos como guisantes, alcachofas, espárragos; esto ha sido definitivo para preferir los alimentos frescos, que además conservan mejor sus propiedades nutritivas. De igual manera un alimento preserva dichas propiedades mucho mejor si su procedencia es cercana y además es de temporada. Comer fresas todo el año no tiene sentido. Si es un producto de temporada y local es más probable que se haya respetado su proceso de maduración y crecimiento óptimo conforme a las leyes y ritmo de la naturaleza.

Para que una fruta o verdura soporte las condiciones de transporte, tienen que ser sometidas muchas veces a diversos tipos de tratamiento. ¿Sabes qué hacen a veces? los radian, o los bañan en soluciones específicas. ¿No te preguntas por qué brillan tanto algunos limones? Los enceran… Y aunque la agricultura orgánica se cuida de estos aspectos, cuando voy a mi tienda ecológica habitual puedo escoger entre productos españoles o traidos de otras partes de Europa. Yo trato de comprar siempre los primeros.

Espero que toda esta información te haya sido útil. Mi madre está mirando cursos relacionados con este tema para apuntarse y aprender más. Asi que quien sabe, quizá contagiada por su saber retome este tema en otro momento.

Gracias por leer este blog. ¡Buen fin de semana!

ACTUALIZACIÓN: Añado dos interesantes enlaces que ha aportado Javier Herráez en los comentarios:

Fuentes:

Bibliografía: nueva sección.

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Anoche me puse a mirar las estadísticas de este blog y me dí cuenta de que muchas personas habían entrado a la página buscando una bibliografía sobre cáncer.

Me ví a mi misma hace meses, recolectando toda la información inicial posible sobre el tema.

Con todo mi amor, espero que si has llegado a esta página buscando lo mismo te sirva: He abierto un apartado donde iré listando libros poco a poco. Los que pueda, además, los subiré para que puedas descargarlos. Tengo pendientes entradas en las que hablaré de algunos de ellos.

Entre tanto, ahí queda. Y recuerda: El cáncer SI se cura. Que algunas personas digan que «no», quiere decir que ellas no saben como hacerlo, no que no exista la posibilidad de sanación en el horizonte. Cada uno de nosotros vivimos acorde a nuestras experiencias y creencias y elaboramos nuestro discurso según las mismas.

¡Mucho ánimo compañero o compañera! ¡Feliz fin de semana!

Conferencia del Dr. Salvador Gutiérrez Rodríguez de Mondelo

Vídeo

Imprescindible conferencia impartida por el Dr. Salvador Gutiérrez Rodríguez de Mondelo en la Universidad Pablo de Olavides de Sevilla.

En su introducción se habla sobre la industria farmacéutica y la medicina actual. Y atención a estos datos:

  • El 87 % de los medicamentos contra el cáncer pueden causar cáncer.
  • El 50 % de los antibióticos puede causar cáncer.
  • El 60 % de los ansiolíticos y antidepresivos puede causar cáncer…

Y así un largo etc. Esto es la iatrogenia (enfermedad y muerte por medicamentos) que por supuesto conocen las casas farmacéuticas, y los médicos. Por algo la iatrogenia es la primera causa de muerte en EEUU, según cita Gutiérrez Rodríguez de Mondelo.

¿Sabes quien fue nombrado en 1956 presidente de la farmacéutica Bayer? Fritz ter Meer (miembro del partido criminal de guerra, sentenciado en Nuremberg) solo es un nombre, hay más.

También habla del flúor, de los Chemtrails, de las vacunas, de Monsanto, de los ingresos de las industrias farmacéuticas, de los visitadores médicos…

Y después de todo ello explica el biomagnetismo médico con teoría, demostraciones y ejemplos prácticos. Desde mi experiencia y la de mi madre, el biomagnetismo es, cuanto menos, sorprendente. En el vídeo se proyecta otro vídeo en el que aparece otro caso esperanzador de cáncer que rompe estadísticas y pronósticos – de los que a mi me gustan 🙂 –

¡Qué lo disfrutes! Gracias por leer.

El mecanismo del miedo

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Cuando confirmaron “cáncer” mi madre y yo sentimos “miedo”. Ya lo conté en otro post…

 ¿Qué es el miedo?

El miedo es la reacción emocional a la amenaza, es la fuerza que motiva las conductas de defensa, es decir, esas conductas cuya función principal es proteger al organismo de un posible daño. Si un lobo nos enseña sus fauces, sentimos miedo. El miedo nos protege del peligro. ¿Cómo?

Reduciéndose nuestro volumen sanguíneo y temperatura periférica de nuestro cuerpo, por eso nos ponemos pálidos y decimos que nos hemos quedado “helados”

Se dilatan nuestras pupilas con el fin de focalizar nuestra atención en ese peligro potencial. También se incrementa nuestra frecuencia cardíaca, nuestra presión arterial, frecuencia de respiración, tensión muscular y conductancia de la piel con un claro propósito: correr más rápido de lo que correríamos sin esta emoción, es decir, con el fin de protegernos y evitar el ataque del lobo que tenemos delante, y aún más, con el de tener más fortaleza física en caso de enfrentarnos a él.

El miedo hace que movilicemos una gran cantidad de energía, de modo que nuestro organismo pueda ejecutar las conductas necesarias para protegernos.

El miedo activa también nuestra prudencia, hace que evitemos calles posiblemente peligrosas, que activemos nuestra atención antes de cruzar una carretera o que resolvamos situaciones conflictivas que se presentan de manera inminente.

Claro que, si la reacción resulta excesiva, la eficacia disminuye, ya que la relación entre activación y rendimiento, al igual que sucede con el estrés, mantiene forma de “U” invertida (Yerkes y Dodson, 1990) lo que hace que al sobrepasarse el nivel óptimo de activación se produzca un “bloqueo”. Es cuando decimos, “me quedé paralizado de miedo” Este miedo profundo viene acompañado por una actividad fisiológica inusual que implica hiperventilación, temblores, mareos y taquicardias, pensamientos catastróficos y una pérdida de control de la situación, es lo que conocemos comúnmente como un ataque de pánico.

Anatomía del miedo

Estamos diseñados para sentir miedo. Los llamados “miedos primarios básicos” nos han ayudado a llegar hasta aquí. La amígdala cerebral desempeña un papel clave en esta experiencia. En base a investigaciones en referencia a ésta, LeDoux y sus colaboradores elaboraron un mapa del sistema nervioso y el miedo condicionado (Armony et al. 1995; LeDoux, 1995)

amígdala cerebral

Si se sabe que la amígdala tiene una implicación importante en el miedo ¿Qué ocurre si esta se encuentra dañada o es inexistente? ¿Si «nos la cargamos» dejamos de sentir miedo? Pues parece que si…

Tras previos estudios experimentales en los que se descubrió que la lesión bilateral limitada a la amígdala tenía como consecuencia una insensibilidad general a los estímulos generadores de miedo (Aggleton, 1993) se llevó a la prescripcón de la amigdalectomía (destrucción quirúrgica de la amígdala) para el tratamiento psicoquirúrgico de la violencia humana, – aquí cada uno que se eche las manos a la cabeza como quiera –  no reduciéndose dicha violencia en todos los casos y si provocando un embotamiento general de la emoción.

Opiniones personales aparte, se demostró que la amigdalectomía provocaba diferentes efectos relacionados con la emoción, como la capacidad de reconocer las expresiones faciales humanas de miedo o en el condicionamiento del miedo. Al pequeño Albert, o a su madre, porque cuando él conoció a Watson solo tenía unos meses, seguro que le hubiera gustado saberlo.

Humor negro, sobre experimentos atroces a un lado; un aporte interesante fue el de Justin Feinstein, Antonio Damasio y colaboradores: describieron un caso en la revista Current Biology  sobre una mujer de 44 años que nació con la rara enfermedad de Urbach-Wiethe, la cual provocó la destrucción de su amígdala. S. M. experimenta la soledad o la tristeza, pero, a diferencia de los demás, no siente miedo.

Los investigadores habían comprobado que S.M experimentó los típicos miedos infantiles como el temor a la oscuridad y otros posteriores, todos previos a la edad de 20 años, edad en la que se aceleró la calcificación de su amígdala, y que una vez destruida la convirtió en una mujer sin miedo.

Una noche S.M, que tenía entonces 30 años, regresaba a su casa, situada en un barrio considerado “peligroso.” Un drogadicto que estaba sentado en un banco la gritó; yo hubiera acelerado el paso seguro, ella sin embargo, se acercó a él. El individuo le agarró  del brazo y la obligó a sentarse, colocó un cuchillo sobre su garganta y dijo: «¡Voy a rajarte, zorra!” S.M no sintió miedo. Finalmente, el hombre la dejó marchar y  en los días sucesivos ella no trazó otro camino de ruta, siguió pasando por el mismo lugar sin sentir un atisbo de temor.

Pensando el miedo.

Hasta aquí podría citar el poema de Carlos Bousoño que me encanta y dice así:

Toda emoción

sigue ordenadamente una pauta,

obedece a un dictado

interpreta concienzudamente la vida.

Siempre nos dice algo

sabroso y repentino

sobre la realidad que examina.

Tiene rigor de axioma,

pero no solo es eso,

deduce sin titubear,

no vacila como la claudicante razón,

menesterosa, torpe, indecisa.

 Yo siento que las emociones no se equivocan, y si lo hace la razón. Y el miedo inicial deja a veces paso a la ansiedad, o a la elaboración.

Si me preguntas “¿Qué me asustó tanto a mi?” Te responderé “Que mi madre muriera”

“Mamá, ¿Qué te da miedo?”

“El sufrimiento.”

Hace poco me dijo: “Tenía tanto miedo a sufrir, que no me importaba morirme”

«¿Cuál es tu experiencia con el cáncer para temer el sufrimiento?»  – Y añadí para mi – ”¿Y la mía para temer la muerte?”

Ambas respuestas se hallan ancladas en el pasado y en el futuro. Miedo a que el pasado ajeno (de personas a las que amamos) se repita en el futuro. El lobo enseñando sus fauces no está en el presente, en el aquí y el ahora, es por tanto un miedo baldío e infructuoso, porque es un miedo a algo que no está. Es un miedo enganchado a nuestro imaginario, a un futurible, a un condicional.

Los espíritus y fantasmas no son un peligro objetivo, sin embargo pueden causar pánico. ¿Te has preguntado alguna vez por qué el miedo es el protagonista de muchos programas y películas? El miedo en la razón sigue una estructura narrativa que los guionistas del cine de terror saben tan bien como nuestra mente y sus trampas. El cáncer es nuestro hombre del saco. Y nos fue fácil formularnos una historia con la vivencia de otros, ya no solo la de nuestros familiares, si no también la historia de otros que narran algunas estadísticas, también de personas que hablan de su pérdida en algunos foros.

Asociamos la palabra cáncer a dolor y sufrimiento  de manera automática porque el miedo es un facilitador de recuerdos dolorosos y porque es la historia que nos han contado. Sin embargo, no tiene por qué ser nuestra historia real.

Me ayuda mucho en este aspecto escuchar mi línea de pensamiento, cuando me cazo «catastrofista», cambio la fantasía y construyo una historia donde mi madre sopla velas de cumpleaños, pinta en canas, se convierte en suegra y en abuela y un sin fin de bellezas más, también me acompaño de esas personas magníficas que me cogen de la mano y me dicen “Va bien, se está curando” Y lo que más, lo que más me sirve de todo cuando me cazo en ese miedo a un peligro que no está delante es mirar el presente, y en él tomar presencia.

Nadie que yo conozca tiene la capacidad de ver de manera clara el futuro. Y sin embargo, todas las personas que conozco, entre las que mi incluyo, y también las que no conozco, compartimos una capacidad común: Somos creadores de futuro. Y lo hacemos desde el presente.

Mi madre dice a menudo una frase que le transmitió una amiga: “Cada día tiene su afán”

Afrontemos pues el presente, con afán.

Gracias por leerme.

Fuentes:

  • Psicología General – Motivación y Emoción. Enrique G. Fernández – Abascal. Editorial Centro de Estudios Ramón Areces. 2000.
  • Biopsicología. – John P. J. Pinel University of British Columbia. Ed. Pretice Hall, 2001
  • Imagen de Asociación Educar.

Conferencia de Natalia Eres y Pilar Sala sobre Cáncer y nutrición sistémica

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Ya mencioné hace unos días a la oncóloga clínica Natalia Eres, que abandonó su puesto en un Hospital en Barcelona para dirigir la Unidad de Oncología Integrativa en nuestro país. En este vídeo, podéis ver su abordaje de nutrición terapéutica en el tratamiento del cáncer y como empezó a implementarlo en colaboración con la nutricionista Pilar Sala.

Según ella podemos comer para suicidarnos, comer para sobrevivir o comer para generarnos salud. Y no solo nos nutrimos de alimentos, también del aire, y por supuesto de las emociones y acciones.

A su vez, Pilar Sala habla de la importancia del aporte de elementos vivos a nuestra alimentación (frutas y vegetales) de la disminución o eliminación de proteína animal, de la relevancia del PH, de depurar nuestro intestino, hígado, pulmones, así como otras pautas que podemos llevar a cabo.