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Bendita fiebre

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«Dadme fiebre y yo curaré cualquier enfermedad.»

(Hipócrates, 460 a.C)

El oncólogo, al principio se ponía colorado con mis preguntas. Mi madre y yo llegamos a formular una rima con el tono de su piel y su apellido con la que bromeábamos antes de entrar a cada consulta (mi madre, yo, y nuestro sentido del humor…) Con las semanas se acostumbró a mis interrogantes y a nuestra dialéctica en la clínica; me atrevo a decir que hasta disfrutaba con ella. Y yo también. He aprendido mucho de su visión y su postura. El primer día que no le pregunté nada espetó un poco decepcionado «¿Nada más? (…) Hoy ha sido corto…»

Cuando cuestioné la fiebre fue como echar un pulso.

– ¿Por qué se produce?

– Por el propio tumor. La analítica no refleja defensas bajas, ni hay infección…

– ¿No puede ser de la quimio?

– La quimio no produce fiebre.

Como me gusta cuestionar casi todo, he de decir que creo que se coló. No soy médico, así que lo único que pude hacer es descargarme el prospecto del carboplatino y corroborar que la fiebre, aunque raras veces, puede ser un efecto secundario del carboplatino. Aunque se que no es este el caso (sin quimio siguió la fiebre)

– ¿ Y no puede ser del cansancio? Yo cuando estoy cansada me dan unas décimas.

– El cansancio no produce fiebre.

Él seguía empecinado en que la fiebre era fiebre tumoral, yo rasqué un poco más esperando oír lo que quería: «Lo que quiero decir es que la fiebre es un proceso curativo, puede presentarse cuando hay cáncer, igual que cuando hay otra patología, pero esto no quiere decir que sea algo malo, al contrario, la fiebre ayuda a sanar»

Pero no cayó esa breva, evidentemente. Le dijo a mi madre que tomara paracetamol cada ocho horas. Y yo le agradecí mentalmente que no nos cuestionara que no hubiéramos ido a urgencias con 40º.

Me gusta como define la fiebre Eneko Landaburu: «“El fuego purificador”:

El cuerpo intensifica sus mecanismos de limpieza y defensa, entrando en ebullición y elevando la temperatura. (…) Se han visto curaciones de cáncer, a través de una fiebre elevada, por ello uno de los tratamientos que se investiga para la curación del cáncer, es provocar fiebres artificialmente.

Somos animales de sangre caliente. Para que los procesos vitales se desarrollen en nuestro cuerpo, necesitamos mantener ciertos grados de temperatura que pueden oscilar desde los 35’8º por la mañanita (al final del reposo nocturno), hasta los 37’3º al atardecer (después de toda una jornada de actividad). El calor es consecuencia de la actividad corporal. Con la muerte, los procesos vitales se paran y con ellos el calor desaparece. Cuando se hace un gran esfuerzo muscular, la temperatura corporal aumenta y el cuerpo se pone a sudar para refrigerarse. La fiebre es un aumento de la temperatura corporal que está indicando un esfuerzo curativo. La Higiene Vital dice que el organismo está haciendo un esfuerzo de desintoxicación. La Medicina también acepta que la fiebre sea una reacción defensiva contra la invasión microbiana e incluso contra el crecimiento tumoral. El calor tiende a desplazarse de donde hay más temperatura a donde hay menos. Si no hace mucho calor en el ambiente, basta con destaparse un rato y al quedar la piel al aire, el calor excesivo que se produce en el interior del cuerpo, escapa. Cuanta más piel se exponga al aire, más rápido se eliminará el calor. Cuando hay exceso de calor, no interesa abrigarse demasiado, ya que se impide su evacuación. En el proceso curativo, el cuerpo habrá momentos que te pida abrigo y otros refresco. En caso de fiebre, sumergir todo el cuerpo en un baño frío, puede ser peligroso, al producir un cambio de temperatura muy brusco y un gran gasto de energía, para un organismo en apuros. Es suficiente con pasar una toalla mojada por toda la piel para liberar al cuerpo del exceso de calor por un tiempo. Mantener la cabeza mojada con paños hace que el calor no afecte al cerebro, se eviten pesadillas, se pueda estar tranquilo y dormir (que es lo que más interesa al enfermo). Si los pies están fríos se ayuda con calcetines o bolsa de agua caliente.»Cabeza fría y pies calientes». La horizontal, la oscuridad, el silencio. Y no tomar más que agua, o como mucho jugos de frutas y caldos de verduras. En éstas circunstancias el cuerpo está más por desintoxicar que por digerir, y prefiere alimentarse de sus reservas. Comer, puede alargar y complicar la fiebre. Con estos cuidados no se pretende cortar la fiebre, por ser beneficiosa. La fiebre desaparecerá cuando ya no se necesite porque la curación ha finalizado. Después es normal que haya un efecto rebote y la temperatura corporal sea más baja de lo normal.» (1)

Según el Dr. Toru Abo, inmunólogo de la Universidad de Niigata, Japón, con la fiebre se reactivan muy eficazmente los linfocitos, particularmente  los linfocitos T, esos de los que hablaba David Servan en su libro, esos que parecen ser «asesinos naturales del cáncer». Dicho inmunólogo afirma  en su libro Temperatura corporal y poder inmunológico, que “en el cáncer, en el reumatismo, en la dermatitis atópica, y  en presencia de cualquier enfermedad, las personas tienen la temperatura corporal baja (hipotermia).”

termómetroSon unos cuantos los autores que parecen mostrarse optimistas con la fiebre y el cáncer e insisten en que las sustancias que elabora nuestro cuerpo para producir fiebre potencian, en gran medida, la actividad de nuestro sistema inmunológico y, en particular, las células que tienen la capacidad de atacar a las cancerosas. Entre estas sustancias que intervienen en la puesta en marcha del proceso febril destacan: diversos tipos de interleukinas, interferón y el «factor de necrosis tumoral» (FNT). La interleukina-1 y el FNT son producidos normalmente por nuestros macrófagos y ejercen una acción tóxica sobre las células tumorales.

 La elevación controlada de la temperatura corporal (fiebre) también está mediada por prostaglandinas. Por tanto, en aras de no estorbar este mecanismo, está plenamente justificada la ingestión de suplementos dietéticos a base de aceite de onagra o de borraja. El ácido gamma-linolénico que aportan es fácilmente utilizado por el organismo para fabricar prostaglandinas (PGs). Muchas de estas PGs desarrollan actividades contrarias a la pervivencia y crecimiento del tumor.

Con el aumento de la temperatura corporal se libera más fácilmente el oxígeno en los tejidos, lo cual supone otro efecto positivo muy interesante. La fiebre es también, sin duda, un buen inmunoestimulante. No sólo inhibe el crecimiento de numerosos gérmenes sino que favorece la actividad de los leucocitos y macrófagos de nuestro sistema defensivo. Al Dr.Wagner-Jauregg se le concedió el Premio Nóbel en 1927 por sus estudios acerca del efecto terapéutico de la fiebre, pero desde entonces la ciencia no ha conseguido elaborar una hipótesis aceptable para todos. (2)

Julius Wagner-Jauregg creó la piroterapia, aunque a mi este nombre me suena a gozar con fuegos artificiales, lo que él hacía era provocar la fiebre con un fin terapéutico.

Es posible que hayas oído hablar de la hipertermia, que se utiliza actualmente para el tratamiento del cáncer y que consiste en aumentar de modo artificial la temperatura de cuerpo con fin curativo. El primer hospital en utilizarlo en España fue el de Puerta de Hierro. (3) Sin embargo, y pese a la utilidad reconocida por el Instituto Nacional del Cáncer, de EE.UU y su utilización extendida tanto allí como en en otros lugares de Europa, o en Cuba -por citar solo algunos ejemplos-  en nuestro país no se promueve en exceso. Raymond Hilu aplica este tratamiento en su clínica de Málaga. Puedes ver una entrevista aquí. Existen muchas otras clínicas privadas que la aplican.

También se utilizan otros métodos para aumentar la temperatura corporal de modo artificial con fin terapéutico, como la hidroterapia.  Según narra Frederic Vinyes los baños hipertérmicos o muy calientes, realizados correctamente, provocan una «fiebre artificial» útil para activar las defensas del organismo en estados inflamatorios crónicos que no acaban de resolverse. (4)


Este tipo de tratamientos datan de la antiguedad. Ya Hipócrates observó que los herreros no caían bajo los efectos de las epidemias, y lo asoció con las altas temperaturas a las que se hallaban expuestos en su trabajo.

La idea de la fiebre como mecanismo de defensa persistió durante la Edad Media.

El médico inglés Thomas Sydenham (1624 – 1689) creía que la fiebre era el «motor» de la naturaleza humana y que servía para combatir al enemigo.

En el siglo XIX y XX, se desempeñó una importante labor en técnicas de hipertermia. Sus impulsores Louis Khune, Vicente Priessnitz, Teodoro Hahn, Sebastian Kneipp, Manuel Lezaeta Acharán,  Carlos Casanova Lenti, entre otros, buscaron en sus tratamientos la elevación de la temperatura corporal a través de hidroterapia, baños de sol y vapor.

En Nueva York, uno de los fundadores de la medicina naturopática, Benedict Lust (1872 – 1945) desarrolló un método con el mismo fin llamado Daweer Brause, que eran duchas calientes de larga duración, pero fue la austríaca María Schlenz, la que innovó una técnica para elevar la temperatura en una bañera y que utilizó por primera vez el concepto de «baños de hipertermia» Fueron los médicos Zabel y  Heisler quienes establecieron las bases científicas de los baños hipertérmicos.
A lo largo de la historia parecen constatarse los efectos positivos de la fiebre y se buscan mecanismos artificiales para provocarla. Y el oncólogo, sin embargo, recomienda paracetamol cada ocho horas. Si llega a 40º otra vez, quizá… y si no: bienvenida seas  fiebre curativa.

Mamá: ¡Qué bien que tenemos paños húmedos para la frente, agua con limón para beber y yo muchos mimos para darte! ¡Y qué bien que en tu casa tienes una bañera que te haga disfrutar del algua caliente!

Fuentes:

La terapia Gerson

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Las enfermedades incurables NO existen. Grabemos esto a fuego en nuestra mente. Eso intento yo, que me dan ganas de tirarme al suelo y patalear cuando escucho decir al oncólogo que «lo que tenemos que hacer es tratar de cronificar la enfermedad» Cada una de las palabras contenidas en esa sentencia me rechinan igual que si pasara la uña por una pizarra.

Afortunadamente hay muchos otros médicos que no temen tanto la palabra «curación». También los hay, que pese a ser tachados de locos o charlatanes, han acompañado a muchos pacientes en su camino hacia la sanación. Los hay, que incluso, han entregado su vida a hacer pública una terapia accesible, positiva y barata.

Hoy quiero escribir sobre alguien así.

Max Gerson

Max Gerson

Max Gerson nació en Wongrowitz (Alemania) el 18 de octubre de 1881. Se licenció y ejerció la medicina. Desde la Universidad sufría migrañas muy fuertes, y a causa de ellas se quedaba postrado en la cama durante días. Pasó años buscando soluciones sin ningún éxito en la medicina convencional, los médicos le decían que «las migrañas eran una patología crónica, y que tenía que aprender a convivir con ello». Afortunadamente empezó a investigar. Tras múltiples lecturas, en una revista médica italiana encontró un informe de un caso sobre una mujer que había padecido migrañas y que encontró alivio modificando su dieta. No se aportaban detalles, pero para Gerson la idea tenía sentido.

Tras experimentar sobre él mismo dietas en las que ingería durante días un único alimento y comprobar sus efectos, llegó a la conclusión de que lo fundamental era eliminar todos los alimentos procesados y que contuvieran sal refinada, lácteos, grasa y azúcar, así como también todo tipo de carne. Y los reemplazó por frutas y verduras. Consiguió no volver a tener migrañas.

Tras su éxito personal, empezó a recomendar dicha dieta a pacientes que padecían el mismo mal. Uno de ellos, le relató que además de dejar atrás sus dolores de cabeza y  náuseas, se había curado completamente de lupus vulgaris. Otros pacientes aquejados de este diagnóstico siguieron la dieta y se curaron. Animado por el profesor Ferdinand Sauerbruch, realizó un estudio en el que, 460 personas con tuberculosis siguieron su terapia: 456 de ellas se sanaron completamente.

En 1928, diez años después de abrir su propia consulta en Bielefeld, el doctor Gerson trató a tres enfermos desahuciados que padecían cáncer. Los tres se recuperaron.

En 1933, escapando de su captura y encarcelamiento en un campo de concentración nazi (era judío), se desplazó con su familia a Viena (Austria), donde acabó de redactar su libro sobre la tuberculosis. En 1938 pudo emigrar con su familia a la ciudad de Nueva York, y abrió una consulta médica en Park Avenue. Siguió desarrollando su terapia en pacientes con cáncer. Trató a cientos de pacientes desahuciados que habían sido sometidos a intervenciones quirúrgicas y a radioterapia (la quimioterapia todavía no se había inventado, pero espera unos párrafos y verás). Tras estos años de estudio e investigación, consiguió una tasa muy alta de curación, incluso en casos muy graves. El congreso de los Estados Unidos aprobó ayudas para sus investigaciones y hubo una audiencia pública en la que participaron todos los medios de comunicación, testificaron varios pacientes curados de cáncer que siguieron la Terapia Gerson, y la radio nacional llegó a anunciar que “La cura del cáncer había sido descubierta”.

Situémonos antes de proseguir: Años cuarenta, Gerson, médico alemán, parece encontrar una cura a diversas enfermedades, incluída el cáncer, a través una dieta estricta de frutas y verduras ecológicas y que prescinde de las técnicas médicas convencionales. Años cuarenta: se inventa la quimioterapia (algo había que hacer con agentes activos de las armas químicas que se habían utilizado en la Segunda Guerra Mundial y decidieron aplicarlo a la medicina, siendo la primera quimio a base de ese agente químico de uso militar, llamado gas mostaza – perdón, me he puesto frívola -) Años cuarenta: Inicio de la Revolución Verde, que aunque este título suena muy bonito consistió en el aumento de la producción agraria gracias a la aplicación de grandes cantidades de agua, fertilizantes, pesticidas y plaguicidas. ¡Viva la química!

Años cuarenta: La industria del tabaco era la principal fuente de ingresos para las asociaciones médicas. La que más pagaba era Philip Morris, por anuncios publicitarios en la revista de la Asociación Médica de Estados Unidos. El editor de esta revista era  Morris Fishbein.

Gerson empezó a dar conferencias contra el tabaquismo. ¡¡Estaba loco!! ¡Cómo se le podía ocurrir decir que el tabaco, ese producto tan bueno publicitado por médicos de la época era malo! ¡Cómo podía mentar que los pesticidas y herbicidas que iban a erradicar el hambre en el mundo eran perniciosos!

Tras la demostración de 1946 ante el comité del Senado de EE.UU, Gerson, como iba diciendo, recibió la atención de medios de comunicación nacionales a favor suyo, pero el Journal of the American Medical Association (JAMA), a cargo del editor Morris Fishbein le criticaron duramente (qué raro…)

En 1946 la cadena ABC difundió que Gerson había encontrado la cura contra el cáncer por primera vez en la historia. El periodista Raymond Gram Swing de radio ABC, que difundió  la noticia fue despedido a las dos semanas (llevaba 30 años trabajando en la emisora).

En los Estados Unidos muy pocas revistas médicas le publicaron algo y su último artículo en dicho país fue en 1949 titulado Efectos de la combinación de un régimen dietario en pacientes con tumores malignos (en Experimental Medicine and Surgery, Nueva York, 7: 299-317, Nov., 1949).

Cinco años después le dan una oportunidad en Alemania donde publica en 1954 No hay Cáncer en un metabolismo normal (en Medizinische Klinik, Munich, No. 5, page 175-179).

Así que, Gerson, como tantos otros a lo largo de los años, pasó de ser un genio a un hereje.  En enero de 1957,  fue entrevistado por radio WOR de Nueva York, y reveló que estaba expuesto a una censura y acoso total por parte de las asociaciones médicas y que estaba recibiendo amenazas.

Cuando estaba terminando de escribir su libro A Cancer Therapy (Una terapia para el cáncer), Gerson cayó inexplicablemente enfermo y se curó con su propio método. Cuando fue a buscar su manuscrito para editar el libro con sus experiencias, había desaparecido, así que se puso manos a la obra y volvió a escribir de nuevo el libro. Tardó un año en hacerlo y al terminarlo, entonces volvió a enfermar inexplicablemente.

Financió la publicación de su propio bolsillo y la obra vió la luz en 1958, con el título A Cancer Therapy- Results of Fifty Cases (Una terapia para el cáncer- Resultados de cincuenta casos), donde detalla todas sus investigaciones, tratamientos, descubrimientos y teorías.

Tras la publicación y pese a aplicar sobre si mismo su terapia, Gerson se encontraba cada vez peor, así que decidió realizarse una analítica poco antes de morir. Su sangre contenía altos niveles de arsénico. Gerson murió envenenado en 1959.

Que se cargaran a Max Gerson me parece espeluznante, al mismo tiempo que predecible… ¡¡uff!!

Su hija Charlotee, continúa su labor (por cierto, tiene 90 años y se la ve taaan vital) Puedes leer su libro: La terapia Gerson: el programa nutricional definitivo para salvar vidas – Editorial Obelisco.

Charlotte Gerson

Charlottee Gerson

¿En qué consiste la terapia?

Se basa en recuperar la capacidad del cuerpo para autosanarse. Para ello efectúa una desintoxicación intensiva del cuerpo por medio de una alimentación ecológica y vegetariana que elimina los desechos, regenera el hígado, reactiva el sistema inmunitario y reestablece tanto las defensas esenciales como los sistemas enzimáticos.

¿Cómo?

– Consumiendo 13 vasos al día de zumos recién hechos de frutas y verduras y bebidos en un plazo máximo de 15 minutos después de su preparación. Los zumos tienen un poder desintoxicante mayor que la fruta y verdura entera y funcionan de manera más rápida y efectiva.

– Realizando tres comidas (vegetarianas) completas: con frutas y verduras ecológicas y cereales integrales. Una comida típica incluye ensalada, verdura hervida o al horno, sopa de verduras y zumo.

– Llevando a cabo una técnica de lavados intestinales conocida también como enemas de café. De acuerdo a sus investigaciones, el café estimula el hígado, abre los canales biliares y desecha las toxinas acumuladas, estimulando además la producción del sistema enzimático.

– No usando sal refinada, aceites o cualquier alimento procesado en la preparación de la comida y tampoco utensilios de aluminio.

– También incluye suplementos (como potasio, vitamina B-12, aceite de lino o linaza, etc)

Curaciones con la Terapia Gerson:

Además de los 50 casos explicados por el propio Max Gerson en el libro que publicó antes de morir, hay varios testimonios en forma de videos, libros y artículos, cito algunos de ellos:

En 1992, en la facultad de Medicina de Fukushima, Japón, el profesor de medicina Yoshihiko Hoshino (médico y doctor en medicina) supo que había desarrollado un cáncer de colon. Durante el transcurso de la intervención quirúrgica para eliminar el tumor, su cirujano oncólogo vio que el cáncer del doctor Hoshino ya se había metastatizado al hígado. Mientras estaba en la unidad de cuidados postoperatorios, el cirujano oncólogo, que era su amigo personal y antiguo compañero de clase, le recomendó que se sometiera a múltiples sesiones de quimioterapia. Hoshino rehusó la quimioterapia  y siguió por su cuenta la terapia Gerson. Años más tarde, Charlotte Gerson recibió esta carta de Hoshino:

Como sabe, padecí un cáncer de colon y cáncer de hígado metastático en 1992 y me recuperé mediante la terapia Gerson. He escrito un libro presentando la terapia Gerson a los usuarios de los servicios médicos de Japón. Mi libro se publicó en agosto de 1998 y es el primero sobre la terapia Gerson escrito en Japón por un médico. Ha supuesto una gran sensación entre los japoneses, ya que gracias al programa Gerson, doce pacientes más afectados por el cáncer se curaron. Mi libro no sólo habla de mi recuperación, sino que también incluye las historias de doce japoneses que ya no están afectados por esta enfermedad.

En 2004, el príncipe de Gales hizo la siguiente declaración en una conferencia para profesionales de la salud: “Yo sé de una paciente que se dirigió a la Terapia Gerson después de que le dijeran que tenía cáncer terminal y que no sobreviviría a la quimioterapia. Felizmente, 7 años más tarde, ella sigue viva y sana. Por lo tanto, es vital, en vez de despreciar estas experiencias, investigar los beneficios de estos tratamientos.”

Michael Gearin-Tosh, profesor de inglés en Oxford, escribió el libro “Living Proof: a medical mutiny” (Prueba viviente: un motín médico) sobre su experiencia con la Terapia Gerson. Gearin – Tosh fue diagnosticado de mieloma – cáncer de la médula ósea-  y los médicos «le dieron» 1 año de vida, tras mirar las estadísticas constató que la quimioterapia funcionaba en tan solo un 4% de los pacientes con el mismo tipo de cáncer que el suyo. Investigó varias terapias alternativas y se trató con la Terapia Gerson. Murió en 2005, 11 años después de su diagnóstico, – No un año – y NO a causa de cáncer, si no de una infección sanguínea según varias fuentes.

Beata Bishop, fue diagnosticada de melanoma en 1981. Le dijeron que era incurable, que moriría. Continúa su vida, trabaja como psicoterapéuta holística y escritora promoviendo la salud y la auto-curación integrativa a través de la nutrición (recuerda, ya lo dije en otro post: nutrirse es alimentarse de lo que comemos, respiramos y sentimos):

“Durante años, la profesión médica ortodoxa ha ignorado totalmente el inmenso potencial de la terapia nutricional. Finalmente han admitido que si comemos el alimento adecuado podemos prevenir una enfermedad grave, pero aún así dicen que si enfermamos, ya no pueden hacer nada. Yo no soy la única que ha sobrevivido con la Terapia Gerson, hay muchos otros como yo.”

Puedes comprar uno de sus libros – en inglés – aquí.

A Alan Furmanski le diagnosticaron un cáncer terminal con 27 años. Durante 750 días siguió la Terapia Gerson a rajatabla. Según relata él mismo, ingería los 13 zumos diarios que pauta esta dieta. Se hacía sus enemas de café y seguía una dieta completamente vegana. Después de dos años alcanzó una remisión completa. Han pasado siete años tras aquel pronóstico de muerte, y continúa libre de cáncer. Alan experimentó su propia revolución y ahora dedica gran parte de su tiempo a promover un estilo de vida sano por medio de publicaciones, conferencias y otros eventos.

Podéis ver una entrevista que le hicieron en un canal de televisión colombiano aqui.  También podéis leer una de las muchas entrevistas que circulan por la red, aqui. Tiene varios libros publicados: «101 alimentos que curan», «Terapia Gerson: cura del cáncer», «Jugos que curan» y «Cómo vencí el cáncer».

Evita Ramparte

Evita Ramparte

Otro caso es el de Evita Ramparte. Le diagnosticaron un cáncer de ovario avanzado. Decidió no someterse a los tratamientos convencionales. Regresó a su casa, cambió radicalmente su vida: su vida alimentaria (optó por la terapia Gerson) su vida sedentaria (comenzó a realizar ejercicio – yoga, tai-chi, etc – ) y su vida familiar y emocional (se divorció y se enfocó en su autocuidado) No solo está libre de cáncer, aparece en este vídeo libre de miedos, luminosa y feliz. Sus ovarios, esos que el cirujano le propuso extirpar para erradicar el cáncer, produjeron tras su sanación un maravilloso óvulo que fue fecundado. En 2009 tuvo a su bebé. El vídeo está en inglés, si no entiendes el idioma no importa, te invito a que te dejes inundar por la felicidad de sus enormes ojos azules. En la red puedes encontrar más información sobre ella, la mayoría en inglés.

Aquí tienes muchos más testimonios esperanzadores.

Yo creo que la Terapia Gerson, como cualquier otra, no es ninguna panacea, aunque puede ser una inmensa ayuda. Si te fijas, en todos los casos, tanto Alan como Evita, tanto Michael como Beata, realizaron cambios vitales muy importantes. Tomaron las riendas de sus vidas, se responsabilizaron de su diagnóstico y tratamiento y decidieron vencer el miedo al pronóstico.

Mi madre combina parte de esta terapia con otros tratamientos. Para cualquiera de ellos creo que es fundamental la supervisión o el acompañamiento de un médico holístico que nos ayude a integrar lo que necesitamos en este proceso.

Para finalizar esta entrada te dejo la película que versa sobre un viaje… y sobre esta terapia, titulada The Beautuful Truth (La hermosa verdad) con subtítulos en castellano. Espero que la disfrutes.

Te dejo también la web – en inglés – del Instituto Gerson.

NOTA: La semana pasada sucedió algo que me provocó mucha alegría: me dieron mis notas de inglés en la Escuela Oficial de Idiomas. Además de aprobar, saqué buenas notas. Me emocionó el entusiasmo de mi madre al otro lado del teléfono «con el año tan duro que has tenido y has aprobado los exámenes, hija. Estoy tan contenta por tí». Casi me pongo a llorar en los pasillos de la Escuela. Parece una banalidad, pero sin estos cinco cursos de estudio no hubiera podido escribir esta entrada, en la que mis fuentes han sido casi todas en inglés. Y sin el ánimo de mi madre, tampoco.

Te quiero mamá. Espero que este artículo también te guste.

Bibliografía: nueva sección.

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Anoche me puse a mirar las estadísticas de este blog y me dí cuenta de que muchas personas habían entrado a la página buscando una bibliografía sobre cáncer.

Me ví a mi misma hace meses, recolectando toda la información inicial posible sobre el tema.

Con todo mi amor, espero que si has llegado a esta página buscando lo mismo te sirva: He abierto un apartado donde iré listando libros poco a poco. Los que pueda, además, los subiré para que puedas descargarlos. Tengo pendientes entradas en las que hablaré de algunos de ellos.

Entre tanto, ahí queda. Y recuerda: El cáncer SI se cura. Que algunas personas digan que «no», quiere decir que ellas no saben como hacerlo, no que no exista la posibilidad de sanación en el horizonte. Cada uno de nosotros vivimos acorde a nuestras experiencias y creencias y elaboramos nuestro discurso según las mismas.

¡Mucho ánimo compañero o compañera! ¡Feliz fin de semana!

El camino de David Servan-Schreiber

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En noviembre comencé a revisar la bibliografía que tenía en casa sobre el cáncer, y adquirí nuevos libros. AntiCáncer, una nueva forma de vida, del Dr. David Servan-Schreiber ha sido uno de los más sencillos y  concisos que he encontrado hasta el momento sobre el tema.

 David Servan-Schreiber era psiquiatra y neurólogo así como profesor David Servan - Schreiberclínico de Psiquiatría en la Facultad de Medicina de Pittsburg. Estaba realizando una investigación para su tesis doctoral en neurociencia y para ello montó un laboratorio de imágenes cerebrales funcionales subvencionado por el National Institude of Health. Un día, uno de los voluntarios que debía acudir para el estudio no se presentó, así que David optó por ocupar su lugar para realizar el escáner. De ese modo tan fortuito, uno de sus compañeros y amigo, halló un tumor en el cerebro de Serván – Schreiber. Tenía entonces 31 años.

AntiCáncer, relata su experiencia vital, así como sus indagaciones en literatura  e investigaciones médicas sobre la mejor manera de enfrentarse al cáncer. Cierto es que se sometió a dos operaciones y a quimioteraUna nueva forma de vidapia, sin embargo concede una absoluta importancia a los hábitos alimentarios, las emociones, los factores ambientales y aporta recomendaciones y explicaciones claras sobre como cuidar estos aspectos que parecen involucrados, de modo casi inequívoco, en el desarrollo y remisión del cáncer.

En su libro dedica uno de los primeros capítulos a las temidas estadísticas. El mesiotelioma que él padecía se considera en las susodichas como “incurable” y con una supervivencia media de ocho meses, pero tal y como escribe “…no existe en la Naturaleza ninguna regla fija que se aplique a todo del mismo modo. La variedad es la esencia misma de la Naturaleza. La mediana es una abstracción, una “ley” que la mente humana trata de imponer a la variada profusión de datos individuales” Así, relata casos que rompen las estadísticas, como no puede ser de otro modo, pasando a ser él también uno de ellos. Sobrevivió veinte fructíferos años, en los que, según cuentan, vivió plenamente, se casó, tuvo hijos, se divorció, co-fundó y dirigió  el Centro para Medicina Integrativa del Centro Médico de la Universidad de Pittsburg y dedicó tiempo y esfuerzo en divulgar todos los conocimientos que adquirió en forma de libros, conferencias y talleres.

Tanto si te han diagnosticado cáncer, como si no, te recomiendo encarecidamente Anti-Cáncer, una nueva forma de vida.

Publicó otros dos: Curación emocional: Acabar con el estrés, la ansiedad y la depresión sin fármacos ni psicoanálisis (2004) y Hay muchas maneras de decir adiós (2011)

Estoy profundamente agradecida al autor y al legado que nos dejó. Por ello, hablaré de algunos pasajes de su libro en futuras entradas.